El término resiliencia se refiere a la habilidad de lidiar con la adversidad, tragedia o amenaza significativas, y adaptarse continuamente a medida que surgen esos momentos adversos para salir adelante. Una disrupción, por su parte, se entiende como una interrupción abrupta o una fractura que cambia la manera de hacer las cosas. En el área tecnológica y de negocios se usa para referirse a la introducción de nuevos procesos, métodos o productos que cambian la forma en que tradicionalmente se hacía algo, agregando valor al sector al que están dirigidos, usualmente como resultado de una innovación significativa o como respuesta a nuevas circunstancias. Aquí vamos a considerar una disrupción entonces como una fractura causada por circunstancias o eventos imprevistos que impactan a la organización de manera directa, y por lo que debe encontrarse una alternativa a cómo hacer las cosas para salir adelante.
Hoy en día el mundo está pasando por diferentes crisis de importancia global. Además de las consecuencias de la COVID-19, está la invasión de Rusia a Ucrania, que ha acrecentado la ya existente crisis de refugiados, ha provocado la subida de los costos de la energía, así como de los alimentos, entre otros efectos, y todo en un contexto de constante cambio climático. Pareciera que cada vez van surgiendo disrupciones más complejas y de orígenes diversos, con consecuencias a largo plazo, y organizaciones no están lo suficientemente preparadas para enfrentarlas, reaccionando de manera separada a cada disrupción. Ante esta realidad, la Gestión de Riesgos debe evolucionar hacia la resiliencia, no solo como la habilidad de reaccionar y recuperarse rápidamente, sino de anticiparse a la disrupción, aprendiendo y corrigiéndose constantemente; entendiendo que las crisis no suelen ser aisladas, sino que abarcan diferentes áreas, tienen efectos a diversos niveles, y pueden evolucionar a nuevos eventos. Por eso las organizaciones deben responder con grupos de soluciones correlacionadas que se puedan ir ajustando al desarrollo de las condiciones.
Resiliencia Empresarial
En un estudio mencionado por el Foro Económico Mundial, se reveló que de 1500 empresas durante la crisis financiera del 2007-09, el 20% en cada sector emergió de la recesión con una pequeña ventaja por encima del resto, que luego se transformó en un desempeño marcadamente superior por la siguiente década. Estas compañías resilientes no habían sido líderes antes de la disrupción ni tenían otros negocios diferentes de los que la disrupción afectó. Lo que ese 20% tenía fue una ventaja interna adquirida por haberse movido rápido, temprano y de manera firme ante la disrupción.
De la misma manera, durante la pandemia de la COVID-19, las compañías resilientes en general se desempeñaron mejor que sus pares, generando un 10% más de retorno durante la recesión del 2020, diferencial que se incrementó al 50% durante la recuperación económica del 2021. Estas compañías resilientes se adaptaron y se movieron rápidamente para cumplir con el resurgimiento de la demanda, adoptaron modelos de negocios digitalizados, flexibilidad organizacional y cambios necesarios en sus portafolios de negocios.
Como construir la Resiliencia
Usualmente, ante un riesgo, las empresas adoptan soluciones defensivas enfocadas a evitarlo, y a medidas que amortigüen su efecto en los costos, lo que tiende a limitar más que a apoyar el crecimiento. El nuevo acercamiento hacia la resiliencia se enfoca en crear un sistema flexible que se oriente y adapte más rápidamente a los cambios y disrupciones ambientales, acompañado de una acertada Gestión de Cambios.
Se reconocen tres acciones claves para fortalecer la capacidad de Resiliencia:
PREPARASE
Se trata de invertir por adelantado en estrategias y medidas para reducir la magnitud y la velocidad del impacto, antes de que se presenten las grandes disrupciones. Se pueden tomar tres tipos de acciones:
• Diseñar productos y procesos flexibles, invirtiendo en alternativas viables, como tener múltiples proveedores en diferentes regiones.
• Diseñar medidas que aminoren los efectos negativos, teniendo de sobra y no lo justo, como incrementar los factores de seguridad en los productos o mantener mayores niveles de inventarios para recursos claves.
• Fortalecer las conexiones, tanto informáticas como de negocios, para compartir información y desarrollar herramientas y competencias para enfrentar las amenazas, como invertir constantemente en mejorar los protocolos de ciberseguridad.
PERCIBIR
Estar alerta para poder detectar una disrupción presente rápidamente, descubrir su extensión e implicaciones, y definir una respuesta apropiada.
• La respuesta apropiada implica no saltar ni muy rápido a una respuesta, ni muy tarde.
• Contar con un equipo de planificación eficaz, que use escenarios diversos para cubrir la incertidumbre, y reducir la lista de riesgos a una en que se puedan categorizar para actuar en consecuencia.
• Realizar ensayos de los diferentes escenarios y actuar sobre los resultados.
• Aplicar la planificación a las cadenas de suministro.
IMPULSAR
Significa moverse rápido, asegurando una respuesta temprana y eficaz a la disrupción para acelerar la salida de la situación antes que los competidores.
• Crear equipos multifuncionales que puedan funcionar en incertidumbre extrema, con reglas claras y normas que garanticen la continuidad de las decisiones tomadas y su ejecución.
• Involucrar a las diferentes áreas de la empresa.
• Moverse rápido.
Resiliencia Digital
La economía digital representa hoy en día el 15% del PIB global, y podría incrementarse al 26% para el 2040; por lo tanto, la inclusión digital es imperativa. Se esperan más innovaciones en los próximos 10 años que en cualquier otro momento de la historia. Los desarrollos acelerados en tecnologías como nubes informáticas, robótica, automatización de procesos y la Internet de las Cosas ya están afectando la actividad productiva. Cada vez se van a necesitar más y mejores medidas de ciberseguridad para minimizar los riesgos y mejorar la resiliencia. Esto significa, tener planes y mecanismos establecidos para asegurar la continuidad del negocio en caso de un incidente cibernético.
Las crisis y las disrupciones exponen las debilidades de las organizaciones, y en ellas podemos diferenciar a las resilientes de las no preparadas. Estar preparado es más que tener reservas financieras y medidas que amortigüen los daños; hay que tener la capacidad de dar respuestas activas, que permitan a las empresas adaptarse rápidamente a las nuevas condiciones y moverse hacia nuevas oportunidades. En crisis, la mitad del impacto surge de la misma crisis, mientras que la otra mitad, bueno o malo, está determinado por la respuesta.